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Ha cumplido su sueño. El pasado 1 de noviembre Amaia Salvatierra, jefa de estudios de Educación Infantil y 1º y 2º de Educación Primaria del colegio San Cernin, debutó en el  maratón de Nueva York, una carrera de 42 km que pudo concluir de modo satisfactorio. A pesar de que es una deportista nata y con gran rodaje en estas lides, correr en esta ciudad es un reto importante. Y lo ha conseguido. Sin duda, una experiencia inolvidable en el terreno personal y deportivo; y una vivencia que solo se puede explicar si la protagonizas in situ. Nos cuenta, a continuación, más detalles.

Nueva York, una meta alcanzable

Soy una deportista popular. Corro maratones desde hace tiempo y también practico otro tipo de deportes. Comencé a correr hace unos cuantos años y poco a poco me fui enganchando. Este año tuve la oportunidad y suerte de hacer el de Nueva York al conseguir dorsal, que es muy complicado. Tiene mucha fama porque realmente es una carrera mítica.

¿Cómo ha sido la experiencia?

Conocíamos la distancia, ya tenía experiencia en maratones europeos, pero el ambiente   no tiene nada que ver a otros que vivimos. Ya se empieza a notar en las calles desde días atrás, percibes la ilusión de la gente, muchos en chándal…y te animan. El día en cuestión nos tocó madrugar mucho, sobre las 5 de la mañana, porque estábamos a unos 35 km de Manhatan y teníamos que pasar medidas de seguridad, colocación de dorsales… La carrera se reparte por tiempos, según los que tienes estipulados que de normal haces en un maratón, y te van metiendo en lo que llaman corrales o cajones. Nosotros salimos en el de las 10:15, justo detrás de los profesionales. Mi carrera duró unas 4 horas, que estaba dentro de mi objetivo propuesto.

¿Cómo valoras la organización?

Espectacular. Había inscritas unas 54.000 personas, que fuimos saliendo de modo muy escalonado. Se puede decir que el volumen de voluntarios ronda los 10.000 y está todo perfectamente organizado.

A nivel deportivo ¿Cómo te encontraste?

Muy bien. De todas las maratones que he hecho, quizá ha sido la que más he sufrido, porque era más dura de lo que pensábamos… Nueva York no es llano, para nada. Nos encontramos con muchas subidas y bajadas. Las primeras son llevaderas, pero conforme avanza la carrera se hace muy duro. Es verdad que al mismo tiempo te vas encontrando multitud de emociones, que te hacen seguir adelante. La animación está presente desde el kilómetro cero hasta el final del recorrido de modo constante. Sin duda, hay que vivirlo. Incluso, por lo que nos han contado, como espectador mismo merece la pena. Es un show.

¿Cómo fue la reacción de tu entorno cercano al conocer que participarías en la carrera?

Desde aquí me gustaría agradecer enormemente al Centro, compañeros, alumnos y a toda la comunidad educativa por darme el privilegio de cumplir mi sueño. Es cierto que me gusta más el anonimato y considero que el hecho de correr 42 km no tiene gran relevancia, es algo más. Al final Nueva York tiene más presencia y protagonismo que el resto de carreras y, además, ha coincidido que el colegio me lo ha permitido. El alumnado se fue enterando, algunos padres también participaron y hablábamos del tema. Los niños y niñas me preguntaban muchísimo y sentían curiosidad. De hecho, el último día me dieron una sorpresa: me pusieron una medalla de campeona, que la llevé en la carrera,  me dibujaron corriendo y al coincidir con Halloween, ¡me regalaron hasta un disfraz! Me he sentido muy arropada. Después de vivirlo, volver a hablar con gente que lo ha hecho, te hace compartir la experiencia de nuevo.

¿Has realizado una preparación más específica para este maratón?

Si no has salido fuera nunca a correr, requiere mucho esfuerzo de tiempo. En mi caso, que salgo de normal a correr, necesité unos tres meses para prepararlo y saber que voy a llegar y disfrutar de ello, sin sufrir en exceso. No dejarte el alma. Mi objetivo de los maratones es poderlos disfrutar y el correr como me apasiona, he buscado el equilibrio entre el disfrute y el esfuerzo. No obstante, aunque no pude prepararlo tan bien como me hubiera gustado, porque tuve un percance en un pie, lo disfruté muchísimo.

¿Es complicado buscar ese limite entre el esfuerzo y disfrutar?

El esfuerzo es indudable, puesto que el cuerpo no está hecho para correr 42 km, a pesar de que lo puedas entrenar. La meta es ésa: llegar bien hasta tal punto que llegue el día siguiente y pudieras salir a correr. En definitiva, sentirse orgulloso de lo que has hecho. Es verdad que los objetivos son muy diferentes para todas las personas que corren maratones, algunas están constantemente mirando el reloj para controlar sus tiempos, otras se paran y se hacen fotos, e incluso aquellas que te dan conversación mientras corres…Una diversidad de emociones, sin duda.

¿Cuáles son las sensaciones al terminar el maratón? ¿El balance?

Totalmente satisfactorio, me ha reportado muchísimo. Correr un maratón es un reto personal constante y aunque lo hayas hecho más veces, siempre tienes la incertidumbre de si lo puedes seguir haciendo. Es como una exigencia personal y, sobre todo, que no importa en qué posición te quedes; sino todos esos sentimientos y emociones que sientes cuando uno termina la carrera. Y es eso lo que te va a quedar en el recuerdo. 

Una experiencia que también permite transmitir valores…

Efectivamente. He tenido un recibimiento estupendo y al transmitirles mi experiencia a mis alumnos y alumnas he aprovechado para educarles en los valores del esfuerzo, que nada se consigue si no entrenas mucho, que es algo como tienen que hacer ellos mismos en el trabajo del día a día, si hacen un poquito a diario es más fácil que puedan llegar bien que si dejan todo para último día, que probablemente fracasen. Es una buena comparativa. Preparar una carrera, independientemente de la distancia que sea, es un entrenamiento muy específico de todos los días un poco. Se aprende disciplina y esto es totalmente desplazable al ámbito educativo.